Justicia poética
Cinco componentes de la banda Raimundo el Canastero han tenido que acudir recientemente a los juzgados. ¿Qué fechoría han cometido estos chavales cuyos temas animan las plazas de muchos pueblos de tierras vascónicas? Componer una canción irónica en contra de la decisión tomada por el ayuntamiento de Estella/Lizarra, gobernado por UPN y PSN, de prohibir las txosnak y la barraca de La Bota. ¿Y qué dice la canción? No voy a entrar a explicarla porque ya lo ha hecho innumerables veces el propio grupo musical. Lo que quiero denunciar es que sigue muy vigente la censura instaurada en la dictadura, y es que ya lo decía Bukowski: “La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en una democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes”. Pues bien, me llenó de orgullo ver el pasado sábado las calles de mi pueblo repletas de gente de todas las edades desobedeciendo la orden que nuestra querida alcaldesa quiso imponernos, ya que no fue hasta el último momento cuando se concedió el permiso para celebrar una jornada reivindicativa que manifestase la falta de libertad de expresión. No solo juzgan a Raimundo el Canastero, juzgan a quien no baile como quiere el poder que baile, en este caso la derechona representada por los partidos políticos UPN y PSN. Quieren meternos el miedo en el cuerpo y que los artistas nos autocensuremos, por ello exclamo desde aquí que el arte si no es contestatario no es arte. Basta ya de ansiar otros tiempos que felizmente pasaron a la historia. Hace catorce años que ETA dejó las armas, aniquilando así el único argumento que la derecha tenía para justificar sus tropelías. Quienes no compartíamos su ideario, éramos sospechosos de apoyar la lucha armada. Nada más lejos de la realidad. Por lo tanto, sin ETA en el tablero del juego tienen que buscar otro chivo expiatorio. Ahora les ha tocado a los rumberos de Rai, ¿quién sabe si serás tú o yo mañana? De la justicia no espero nada, tan solo anhelo que el destino castigue a los culpables de que se sienten en el banquillo de los acusados los Raimundo el Canastero con una bofetada pública (entiéndase la figura literaria, no vaya a ser que acabe yo también en la trena).
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