CANOSOS Y DICHOSOS (Primer Premio, en la categoría de castellano, del I. Concurso de microrrelatos: «Bienestar emocional: cuidemos sin descuidarnos», convocado por el Colegio de Enfermería de Navarra)
La primera vez que oí hablar de salud mental me atemoricé. Me dijiste que te habían ingresado varias veces en el ala de psiquiatría del Complejo Hospitalario de Navarra. No me lo podía creer. Acabábamos de conocernos, y te dije que yo no había estado tomando una cerveza con un enfermo, sino con una persona maravillosa. «Me considero una persona encantadora cuya cabeza, ante los avatares de la vida, se pierde en ensoñaciones. Lo siento, pero si no puedes asumir que soy un loco lo mejor es que no nos volvamos a ver», respondiste. Pasaron las semanas y reviví con una nitidez inusual las conversaciones que habíamos mantenido. No podía ser cierto. Decidí investigar sobre el asunto: estudié estadísticas, leí artículos, vi reportajes, pero cuando me enteré por la prensa que habías publicado un poemario, fui a la librería y lo compré. Me enamoré al instante de la riqueza de tu espíritu. Y ahora aquí estamos, en nuestro piso ya pagado, jubilados, felices. ¿Será posible?
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