LA POESÍA
Si me diesen un euro cada vez que escucho frases como las que siguen, sería más rico que Don Amancio Ortega: «Yo no leo poesía porque no la comprendo», o «La poesía es un coñazo», o la mítica «Desde que en el colegio nos hacían leer poesía, la odio».
¿Qué es la poesía? Poesía eres tú, que
diría Bécquer. Ironías aparte, no me atrevo a definirla en una frase
grandilocuente. Para mí la poesía no sólo es componer poemas, va mucho más al
fondo: es una forma diferente de mirar al mundo, es vibrar con las pequeñas
cosas que nos ocurren en el día a día; para qué engañarnos: la poesía para mí
lo es todo, todo por lo que merece la pena estar vivo. En una entrevista que me
hicieron, comentaba esto mismo y lo ejemplificaba del siguiente modo: «Recuerdo
una vez que viajaba desde Soria a Madrid en tren; era agosto y los campos
estaban cosechados. Amanecía, ni una nube en el cielo y el amarillo de los
rastrojos… Me dije: voy a contemplar el paisaje. Así que giré el cuello y en
ese momento vi un corzo corriendo libre. Esa escena contiene mucha más poesía
que un poema escrito para gente que vive en Marte o para máquinas, como dice
Iribarren».
Y si hablamos de estilos de poemas, o de
corrientes poéticas, no acabaríamos jamás. Sólo diré que cuando la gente lee
mis poemas se sorprende, y yo soy muy consciente de que no he descubierto la
pólvora, ni mucho menos, pero me alegra que las palabras expulsadas de mi alma
lleguen al público. Creo que los poetas debemos hacer mucha pedagogía, porque,
sí, la poesía también puede ser humorística, transparente y comprensible. De lo
que no me cabe ninguna duda es que la poesía es el mejor sustento para el espíritu.
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